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domingo, 20 de marzo de 2022

PERFILES DEL CEMENTERIO FRANCÉS: JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ APARICIO/PROFILES OF FRENCH CEMETERY: JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ APARICIO

 

                                           

Madrileño nacido hacia 1853. Su nombre, rúbrica y domicilio en la entonces aldea belmezana de Pueblo Nuevo del Terrible, de la que era alcalde pedáneo y uno de los contratistas más importantes entre los que trabajaban  con la Sociedad de Peñarroya y con la Sociedad Hullera y Metalúrgica Belmezana (C.H.M.B), aparecen por vez primera entre los de los promotores de la segunda demanda de la segregación de la aldea -auspiciada por los intereses de la dos empresas francesas en la cuenca- una vez que los vecinos de la de Peñarroya se habían retractado tras el fallido  intento precedente para crear una Peñarroya del Terrible independiente.

En 1894 el nuevo intento de segregación, en el que tan activamente había participado Rodríguez Aparicio junto al director Paul Gal, de la vencedora SMMP en la disputa mantenida por la hegemonía de la empresa en la cuenca sobre la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces- tiene éxito gracias a la implicación del influyente diputado liberal cordobés D. Antonio Barroso del Castillo en las Cortes de la capital del Reino. El alcalde pedáneo fue fulminantemente destituido al ser considerado por el consistorio belmezano como uno de los principales impulsores, tras la publicación del Real Decreto del 28 de julio de 1894 en el que se proclamaba el nacimiento del municipio de Pueblo Nuevo del Terrible, aunque el 13 de diciembre los concejales electos por la nueva entidad lo proclamarían como primer alcalde de la flamante villa en un acto celebrado en el local que ocupaban las escuelas nacionales. En 1898 presidió el gran número de conmocionados terriblenses que se desplazó a Belmez para participar en el entierro de  d las 64 víctimas ocasionadas por la explosión de grisú en la mina Cabeza de Vaca, y promovió y encabezó la suscripción de donativos para socorrer a los familiares de la catástrofe perteneciente a la compañía de los ferrocarriles de Madrid-Zaragoza y Alicante (M.Z.A).



            El ayuntamiento de Belmez pleiteó denodadamente contra el real decreto durante más de 11 años, retuvo la administración económica y el cobro de impuestos, e intentó reducir el ya mínimo término municipal promoviendo la independencia de la aldea de Peñarroya, hasta que tuvo que admitir su derrota, por lo que hasta los últimos días de 1906 no pudieron realizar los concejales terriblenses la sesión constituyente de la nueva corporación de la que fue elegido como alcalde Rodríguez Aparicio, el incombustible liberal-barrosista[1], con todos los derechos y deberes inherentes a cualquier entidad municipal con vida propia que empezó a funcionar el primero de enero de 1907 celebrándolo con el reparto de medio millar de panes de un kilogramo entre las quinientas personas más pobres de la villa. En las siguientes elecciones fue desbancado por el conservador Rafael Aranda, siguiendo el sistema de alternancia instaurado tras la Restauración borbónica, que fue el mismo que le permitió volver a retomar el poder municipal y posesionarse de la alcaldía en julio de 1909, mientras proseguían en la mina Antolín los trabajos para la extracción de los nueve cadáveres de las hundidas galerías de la mina Santa Elisa, tras la peor catástrofe ocasionada por una explosión de grisú  en lo que iba de siglo.

Rodríguez Aparicio, además de contratista en los transportes de minerales de la Sociedad de Peñarroya, fue un habitual solicitante de la propiedad de registros mineros de hulla en el actual término terriblense -requisito previo antes del comienzo de la posible explotación- como los del arroyo de la Montera, San Serapio, el Lobo o en la dehesa del Mariscal.

Aunque en alguna otra ocasión había tenido que solicitar licencia en su cargo municipal para reponer su salud y viajar fuera de la localidad, en los últimos meses de 1909 fue empeorando y el pesimista diagnóstico de los reputados médicos locales Francisco Navarro Sáez y Juan Bautista Didier -además íntimo amigo- llevó a su esposa a requerir la venida al pueblo de sendos doctores de Córdoba y Madrid que no pudieron evitar su defunción tras una larga y penosa enfermedad el 27 de enero de 1910.

La noticia de la muerte de D. José,  de aquel alcalde que tanto había batallado en defensa de los intereses locales, de «quien sacrificó sus comodidades y alegrías hasta conseguir la independencia que hoy goza»; del «amigo del trabajo hasta entender como sinónimos vivir y trabajar» se extendió entre sus convecinos como un reguero de pólvora y la casa que él había mandado construir en los años 80 del siglo XIX,  que destacaba por su empaque y solidez entre las demás de esa calle que luego llevaría su nombre durante mucho tiempo, convertida en casa mortuoria se vio visitada por una constante multitud que desfiló ante un cadáver que estuvo constantemente velado por comisiones del Ayuntamiento que se iban relevando. Unas gentes deseosas de expresar un último homenaje de gratitud y admiración.



            A las 4 de la tarde del día siguiente la calle Vera Cruz presentaba un aspecto imponente con las gentes que se habían reunido y pudieron presenciar la llegada del clero parroquial con  cruz alzada para cantar los responsos, tras los cuales amigos y deudos tomaron a hombros el ataúd cubierto de coronas y sobre ellas el bastón de mando como alcalde y se inició un lento cortejo seguido por la presidencia del duelo, el alcalde accidental y el cabildo municipal en pleno, «amigos políticos» y la banda municipal tocando marchas fúnebres cuando cesaba el canto llano eclesiástico. Cerraban el cortejo significadas personas de la vida social de la villa y otros pueblos comarcanos; dirigentes y empleados de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, representantes del comercio local y gentes del pueblo, mientras las mujeres se apiñaban en las travesías, en las plazas, en los huecos de las puertas y en los balcones. Ellas no acompañaban a los entierros, solo podían ser espectadoras.

El coche fúnebre solo sirvió para transportar las coronas, pues amigos y familiares se disputaban el poder llevar a hombros el féretro. La multitud era tan densa que se tardaron dos horas en poder llegar al cementerio, que también rebosaba de un público que esperaba a la comitiva. Y allí, en medio de un enorme silencio, «junto a una cruz de hierro se dio tierra en amplia sepultura que se transformará en mausoleo» a sus restos.

Su desconsolada esposa, María Llera encargó al escultor cordobés Obdulio Blancas el proyecto y la realización del panteón familiar donde reposa el que fuera primer alcalde y artífice de la segregación de Pueblonuevo del Terrible y de la inmediatamente sobrevenida de Peñarroya. Y como las cosas son como son, quiso el destino que viuda y escultor se casaran y se establecieran en la capital cordobesa, en uno de cuyos cementerios ambos serían enterrados casi dos décadas después. Y, a modo de epílogo, recordar el gran homenaje que Rodríguez Aparicio recibió durante la feria de agosto de 1916, cuando entre discursos de reconocimiento y alabanzas se descubrió una lápida con su nombre en la céntrica calle en la que había vivido y fallecido, las más importante comercialmente de la localidad, que pudo ostentar hasta 1931, cuando el baile de las denominaciones alteró profundamente el callejero peñarriblense imponiendo el del entonces muy conocido y popular escritor republicano valenciano Vicente Blasco Ibáñez fallecido en 1928, por lo que desapareció del nomenclátor urbano hasta que tras la llegada de la Democracia en el último cuarto del siglo XX se le volvió a recordar en una de las calles del Barrio Francés, en las cercanías del que fuera Colegio Español de la Presentación de María.



[1] En junio de 1903 había realizado la más importante aportación local -250 pesetas- para la suscripción pública abierta para la construcción del mausoleo para el que fuera presidente del Consejo de ministros D. Práxedes Mateo Sagasta.


Born in Madrid around 1853. His name, signature and address were in Pueblo Nuevo del Terrible, of which he was mayor and one of the most important contractors among those who worked with the Peñarroya Company. He appears for the first time among those of the promoters of the second demand for the segregation of the village -sponsored by the interests of the two French companies in the basin- once the residents of Peñarroya had retracted after the previous failed attempt to create an independent Peñarroya del Terrible.

In 1894 the new segregation attempt, in which Rodríguez Aparicio had participated so actively was successful. thanks to the involvement of the influential Cordovan liberal deputy Mr. Antonio Barroso del Castillo in the Parliament of the Kingdom's capital. The mayor was suddenly dismissed as he was considered by the  Belmez town hall as one of the main promoters, after the publication of the Royal Decree of July 28, 1894 in which the birth of the municipality of Pueblo Nuevo del Terrible was proclaimed, although on 13 December the councilors elected by the new entity would proclaim him as the first mayor of the  new town in a ceremony held in the premises occupied by the national schools. In 1898 he presided over the large number of shocked Terribilians who traveled to Belmez to participate in the burial of the 64 victims caused by the firedamp explosion in the Cabeza de Vaca mine, and promoted and led the subscription of donations to help the relatives of the catastrophe belonging to the railway company of Madrid-Zaragoza and Alicante (MZA).


           The city council of Belmez vigorously sued against the royal decree for more than 11 years, retained the economic administration and the collection of taxes, and tried to reduce the already minimum municipal term by promoting the independence of the village of Peñarroya, until it had to admit its defeat. , which is why until the last days of 1906 the councilors from Terrins were not able to carry out the constituent session of the new corporation from which Rodríguez Aparicio, the incombustible liberal-barrosista [1], was elected mayor, with all the rights and duties inherent to any municipal entity with its own life that began operating on January 1, 1907, celebrating it with the distribution of half a thousand one-kilogram loaves among the five hundred poorest people in the town. In the following elections he was ousted by the conservative Rafael Aranda, following the alternation system established after the Bourbon Restoration, which was the same one that allowed him to retake municipal power and take office as mayor in July 1909, while they continued in office. Antolín mine the work to extract the nine corpses from the sunken galleries of the Santa Elisa mine, after the worst catastrophe caused by a firedamp explosion so far this century.

Rodríguez Aparicio, in addition to being a mineral transport contractor for the Peñarroya Company, was a regular applicant for the ownership of coal mining records in the current Terrin term - a prerequisite before the start of possible exploitation - such as those of the Arroyo de la Montera, San Serapio, el Lobo or in the dehesa del Mariscal.


Although on some other occasion he had had to  leave from Pueblonuevo to recover his health and travel outside the town, in the last months of 1909 he worsened and the pessimistic diagnosis of the renowned local doctors Francisco Navarro Sáez and Juan Bautista Didier - In addition, an intimate friend - took his wife to request the coming to the town of two doctors from Córdoba and Madrid who could not prevent his death after a long and painful illness on January 27, 1910.


The news of the death of Mr. Rodríguez, of that mayor who had fought so hard in defense of local interests, of "who sacrificed his comforts and joys until he achieved the independence he enjoys today"; From the "friend of work to the point of understanding living and working as synonyms" it spread among his neighbors like wildfire and the house that he had ordered to be built in the 80s of the 19th century, which stood out for its compactness and solidity among the rest of the houses ot that street was visited by a constant crowd that paraded before a corpse that was constantly watched over by City Council commissions that were taking over. Some people eager to express a final tribute of gratitude and admiration.

His disconsolate wife, María Llera, commissioned the Cordovan sculptor Obdulio Blancas to design and carry out the family pantheon where the first mayor and architect of the segregation of Pueblonuevo del Terrible. . And since things are as they are, fate would have it that the widow and the sculptor married and settled in the capital of Cordoba, in one of whose cemeteries both would be buried almost two decades later. And, as an epilogue, remember the great tribute that Rodríguez Aparicio received during the fair in August 1916, when between speeches of recognition and praise, a tombstone with his name was discovered in the central street where he had lived and died, the commercially important in the town, which it could hold until 1931, when the dance of the denominations profoundly altered the Peñarriblense street, imposing that of the then well-known and popular Valencian republican writer Vicente Blasco Ibáñez, who died in 1928, for which he disappeared from the urban gazetteer until that after the arrival of Democracy in the last quarter of the 20th century he was remembered again in one of the streets of the French Quarter.


Colaboración del alumnado y del profesorado del IES Alto Guadiato

Collaboration d’étudiants et d’enseignants de l’IES Alto Guadiato


Il est né à Madrid en 1853. Il a été le maire de Pueblonuevo du Terrible et l’un des adjudicataires le plus importants. Son nom, paraphe et domicile apparaissent pour la première fois entre ceux des promoteurs de la seconde demande de la ségrégation du petit village.

Le 13 décembre 1894 les conseillers le nomment premier maire lors d’un événement organisé dans des écoles nationales. Aux élections suivantes il est remplacé en Suivant le système d’alternance instauré après la Restauration Bourbonienne. Ce système lui a permis de retourner au pouvoir municipal et de prendre possession de la mairie en juillet 1909. À la fin de 1909 il a empiré et les docteurs de Cordoue et de Madrid n’ont pas pu éviter son décès. Après une longue maladie le 27 janvier 1910 il meurt. Le 28 janvier, ses amies et ses proches endeuillés se sont réunis dans la rue Vera Cruz pour porter sur les épaules le cercueil couvert des couronnes et sur elles le bâton de commandement.

Son épouse, María Llera, commande au sculpteur de Cordoue, Obdulio Blancas, la réalisation du caveau familial où repose le premier mairie de la ségrégation de Pueblonuevo du Terrible. Le destin a voulu que la veuve et le sculpteur se marient et s'établissent à Cordoue. Presque vingt ans après, les deux ont été enterrés dans un cimetière de la capitale.


INICIATIVA PATROCINADA POR LA DELEGACIÓN DE COHESIÓN SOCIAL, CONSUMO Y PARTICIPACIÓN CIUADADANA DE 


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