Nacido en Cádiz el 22 de noviembre
de 1867 e hijo de una familia modesta, estudia Medicina en esta capital costeándose
los estudios con su trabajo como mancebo en una farmacia. Al terminar su
espíritu emprendedor lo lleva a enrolarse como médico de la Marina Civil de la
República Argentina. En uno de aquellos viajes el vapor se incendió en el
puerto malagueño y D. Eladio decidió trabajar en tierra firme siendo destinado
como médico de partido en la provincia de Albacete, primero a Carcelén, donde
hizo un estudio sobre la epidemia de viruela que tuvo que combatir y que fue
premiado por la Cruz Roja y donde también conoció a su esposa, Remedios Lillo
Martínez. Pasó luego a la cercana Casas de Veas donde realizó otro estudio
sobre la gripe que fue galardonado en 1900 con el premio “Calvo y Martín” de la
Real Academia de Medicina de Madrid, destinado a médicos rurales.
El
Banco de Castilla lo contrata, tras el
concurso convocado, como médico en el coto hullero de El Porvenir de la
Industria (Fuente Obejuna) hasta 1902 y su experiencia con las enfermedades de
los mineros le lleva a utilizar este tema para realizar la memoria del
doctorado en Medicina y Cirugía que concluye en su nuevo destino en las
explotaciones de plomo de San Quintín (Ciudad Real) ya como asalariado por la Sociedad Minera y
Metalúrgica de Peñarroya en 1904, año en que fue premiada con la medalla de
plata en la exposición Regional de Agricultura celebrada en Córdoba, demostrando una sorprendente capacidad de
producción científica si se tienen en cuenta la movilidad profesional, la
deficiencia de los medios a su alcance, las epidemias o la ruralidad de sus
residencias, y mientras se autocalifica modestamente como «pobre y oscuro soldado de la ciencia» confiesa
tener como objetivo el poder contribuir a la «regeneración de nuestra patria». La tesis, “Un poco de Higiene
y Patología minera” sería una vez más premiada en París dos años después con la medalla de Oro y la Gran Placa en una
exposición celebrada en la capital francesa.
Al
comenzar la Primera Guerra Mundial, la Sociedad Francesa movilizó al personal
de esta nacionalidad y los envió a los frentes de batalla, por lo que técnicos
y empleados españoles se hicieron cargo de la dirección y del funcionamiento de
sus instalaciones en España. D. Eladio consiguió hasta finales de 1916 que
aumentara el rendimiento de aquellas explotaciones al tiempo que mejoraba la
seguridad laboral y se reducía el número de accidentes laborales, por lo que
fue felicitado y premiado por la empresa que lo trasladó al centro minero de
Pueblonuevo del Terrible en donde trabajaría hasta su jubilación para la
sanidad empresarial.
Se
hizo cargo de la dirección del prestigioso Real Centro Filarmónico de la
localidad y tras la derrota de los Imperios Centrales, como ferviente
francófilo, fue el organizador del sentido homenaje a los victoriosos franceses
a su regreso a la cuenca minera, que tuvieron elogiosas palabras para agradecer
el trabajo y la leal colaboración prestada por sus empleados españoles durante
esos tiempos tan difíciles para la Empresa. A finales de 1919 fue uno de los
expedicionarios que participó en el viaje a París
“para hacer una semana de vida científica” organizado por la sociedad “España Médica” que visitaría la Facultad
parisiense, asistirían a sesiones quirúrgicas, conocerían los últimos avances
sobre el cáncer y el Museo de la Guerra, entre otras actividades.
Presidente del elitista Casino del Terrible en
1922, en el segundo mes de la dura huelga minera que se vivía en la cuenca -la
de “los tres meses”- tras la decisión unilateral de la Empresa de
reducir los jornales de sus trabajadores en un 25%, entre otras cuestiones, fue
duramente atacado junto a otros dos altos empleados en un librito anónimo. Sus
amigos organizaron un acto de desagravio y de repulsa contra quienes, en su
opinión, tan “canallescamente” habían sido atacados.
El
golpe de Estado del general Primo de Rivera dio lugar a casi un septenio de
dictadura y en 1924 fue nombrado alcalde de la localidad. Inmediatamente inició
proyectos de modernización, saneamiento y mejora y buscó la fusión con el
inmediato municipio de Peñarroya -a pesar de las fuertes reticencias de sus
vecinos- tras la que nacería la ciudad de Peñarroya-Pueblonuevo en 1928, de la
que también sería el primer alcalde. D. Eladio es considerado como uno de los
tres mejores alcaldes pues a su gestión se deben el alcantarillado y encementado de calles; la
mejora del servicio de aguas; la desecación de las charcas con la que se
evitaron epidemias endémicas entre la población; la creación del Instituto
local de 2ª Enseñanza -que fue el 3º provincial y el único existente en la zona
norte de Córdoba; de la Escuela Elemental del Trabajo y la de dos modernos
centros escolares, uno en cada distrito; se construyeron un mercado de abastos
y un Matadero municipal y la Casa Ayuntamiento. Cuando le fue otorgada la orden
de Caballero del Mérito de la Beneficencia una suscripción popular sufragó el
valor de la condecoración. A iniciativa de la Federación Regional de Sindicatos
de Peñarroya, se había creado la barriada de Casas Baratas por la cooperativa
“Pablo Iglesias” entre los dos distritos siguiendo sus deseos de unir
físicamente ambos.
La
caída de Primo de Rivera significó la reposición de los alcaldes cesados al
comienzo de la dictadura y D. Eladio que había presidido la Unión Patriótica
local, dejó la política y se convirtió en director del recién construido
hospital empresarial de la Sociedad de Peñarroya. Durante la República defendió
su gestión al frente del consistorio y con idéntico equipo humano con el que el
que se formara el Comité Local de la Unión Patriótica, presidiría el de partido
republicano radical de Lerroux en 1932, año en el que participó en los actos
estudiantiles tras la terminación de la primera promoción de bachilleres del
instituto local.
Iniciada
la guerra civil permaneció en la localidad y cuando fue tomada por las fuerzas
rebeldes en octubre de 1936 fue nombrado presidente de la nueva comisión
gestora municipal, una vez más por la autoridad militar. Utilizando su
dinamismo y dotes de mando, reorganizó con jóvenes voluntarios el
funcionamiento del Ayuntamiento, aunque por intentar hacer cumplir la ley al
comandante militar de la Plaza, un bodeguero jerezano, tuvo que dimitir y dejó
de lado toda actividad pública hasta su muerte ocurrida el 4 de septiembre de
1947.
Eladio León había adquirido el terreno para construir el panteón en 1928, tras el fallecimiento de su esposa el 23 de enero, siendo él también allí inhumado casi veinte años después
Con
él nació la saga médica de los “Eladio León” que ha alcanzado hasta la quinta
generación en la actualidad, aunque las dos últimas fuera ya de
Peñarroya-Pueblonuevo.
Uno
de los grupos escolares construidos en su época, el del distrito de Peñarroya, mantiene su nombre y el recuerdo de
quien fuera académico de la Real Academia de Medicina de Madrid; de la Sociedad
Española de Higiene y del Instituto Médico Valenciano.
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