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domingo, 10 de julio de 2022

PERFILES DEL CEMENTERIO FRANCÉS: CAMILE DESPORTES LANFROY

 

 Nació en Évreux, ciudad de la región francesa de Normandía, en 1871. Tras realizar sus estudios de ingeniería, que le permitieron poseer unos profundos conocimientos de electricidad. Fue empleado por la SMMP hacia 1894 y enviado a España, donde contrajo matrimonio con Natividad Macho Álvarez, cuñada de Leandro Herce, el propietario de una céntrica y reputada fonda de Pueblonuevo del Terrible, lugar en el que nacerían sus dos hijos: Fernando y Lucía.

                                                            


Su venida a la cuenca minera tuvo como objeto el montaje y la puesta en marcha de la nueva central térmica que la Sociedad de Peñarroya estaba construyendo en el Cerco Industrial peñarriblense en los años 1904-5, con una capacidad de consumo diaria de hasta 3300 kilos de carbones de baja calidad, y difícil venta en el mercado externo, de los producidos en estas minas. En este año se inició la electrificación de las calles de las villas de Peñarroya y de Pueblonuevo del Terrible, cuando ambas villas rozaban los 10000 habitantes por parte de la sociedad Electro-Candelaria de Peñarroya instalándose 101 lámparas de 10 bujías por unidad, a pesar de las protestas por lo insuficiente de su número ante el ayuntamiento belmezano, que era el que administraba económicamente a ambas poblaciones. También entró en vigor la Ley el descanso dominical obligatorio para los trabajadores, muy criticada por la patronal.

Iniciada la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914,  fue movilizado en noviembre como oficial reservista en Artillería para contribuir a la defensa de su país invadido por las tropas imperiales del Kaiser Guillermo II.  Un fragmento de la carta enviada a sus padres permite conocer cuanta era la estima en la que lo tenían los obreros que trabajaban a sus órdenes y cómo fue su partida de Peñarroya:

                                                                         


«He dejado en Peñarroya llorando a mi Nati y a mi Fernando. Todos mis obreros vinieron a buscarme a mi casa [esta estaba situada en el número 3 de la plaza de Santa Bárbara] para acompañarme a la estación, a pesar del coche que me había enviado la mujer del Director.

Todos mis compañeros vinieron a la estación. A la salida del tren mis obreros gritaron:  a una: ¡Viva don Camilo! ¡Viva Francia! Dos españoles en el tren me dijeron ¡Está claro que lo quieren mucho!»

Y tras cruzar España -vía Madrid para presentarse en la embajada-, y Francia en ferrocarril, donde se cruzó con trenes de heridos de la Cruz Roja y de prisioneros alemanes, llegó a su destino en Le Havre, en la costa atlántica, en los primeros días de aquel diciembre húmedo y frío, allí pudo admirar las idas y venidas de los bien equipados destacamentos ingleses y la moral tan alta de sus compatriotas.

Acabado el conflicto con el Armisticio de noviembre de 1918, Camille Desportes se reintegró a su puesto de trabajo en un Pueblonuevo del Terrible que ya padecía la resaca que siguió a este conflicto en forma de crisis política y económica. Preocupaban al vecindario la carestía de la vida y el temor a la pérdida de puestos de trabajo. Este descontento se traducía en una evidente agitación entre los mineros. Falleció a las 8 de la tarde del 6 de abril de 1919 como consecuencia de las quemaduras producidas en todo su cuerpo por la caída de un rayo. Tan solo hacía tres días que el gobierno de España, que presidía el Conde de Romanones -uno de los más importantes accionistas españoles de la SMMP-, había firmado el decreto que fijaba la jornada laboral máxima en 8 horas diarias convirtiéndola en el primer país de Europa que establecía por ley la tan reclamada jornada de las 8 horas por parte de la clase obrera.

El funeral se celebró en la próxima, y nueva iglesia de Santa Bárbara, que daba nombre a la plaza, una iglesia que aún no tenía construida la torre-campanario, ni tampoco electricidad en su interior. Al cortejo asistió una numerosa, respetuosa y afligida muchedumbre.

                                                                        

El segundo número del recién creado decenal  “El Ideal Socialista”, de Pueblonuevo del Terrible, se hizo eco de tan luctuoso accidente ocurrido en la Central Térmica al ingeniero Camille Desportes cuando explicaba a un compatriota del laboratorio de París el funcionamiento del pararrayos y cayó sobre él una descarga eléctrica que lo fulminó. En un sentido texto se resaltaba su competencia profesional, puesta al servicio de la SMMP desde hacía 20 años, y el ser tan modesto como bueno y generoso, así como de poseer una muy firme voluntad. Los obreros del servicio de la Central Eléctrica no acudieron al trabajo -y dejaron de ganar su jornal- el día del entierro para expresar su pena por la pérdida de su jefe que fue homenajeado por el subdirector de la empresa al ser inhumado en el cementerio de San Jorge. Y finalizaba este poco usual elogio a un jefe de servicio francés en cualquier época afirmando: «Si todos los ingenieros, jefes de empresa, los contramaestres, los vigilantes tuvieran las cualidades del Sr. Desportes no habría huelgas ni protestas (…) con él todos los obreros eran buenos y hacían bien su trabajo y nunca habló mal de ellos. También este periódico, representante de los obreros, se enorgullece de poder decir elogios de tan ilustre hombre muerto cumpliendo su deber»[1]


 INICIATIVA PATROCINADA POR LA DELEGACIÓN DE COHESIÓN SOCIAL, CONSUMO Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA DE 




[1] Información e imagen facilitadas por su nieto Pablo Desportes, a quien agradezco su amabilidad,

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