Como tantos otros peñarriblenses adoptivos, el doctor Fernández Seco nació en Extremadura, concretamente en Cabeza del Buey en 1893. Estudió en la facultad de Medicina de Madrid, aunque en los anuncios que aparecen en el semanario de corta vida de Pueblo Nuevo del Terrible “Don Quijote” en 1924 que dirigía el anarquista gallego David Sánchez, Juan Manuel se postulaba como «ex alumno interno del hospital de San Juan de Dios», también había sido de los primeros estudiantes en la recién creada Escuela de Odontología (1914) de esta Facultad y allí revalidó sus estudios y se doctoró a continuación. En 1918 fue recompensado por sus trabajos con el premio que otorgaba la Sociedad Odontológica Española. A finales de 1921 se instaló como odontólogo abriendo, «sin escatimar gastos ni sacrificios», según relataba un diario extremeño, una modernísima y bien equipada clínica en un lugar céntrico y cómodo en su localidad natal.
Al comienzo de la Guerra Civil, a pesar de
su ideología ultracatólica y muy conservadora, no fue molestado: era un
personaje conocido y estimado entre sus convecinos no solo por la dedicación
profesional a sus pacientes, sino por su caritativa generosidad a la hora de
ayudar a quienes más lo necesitaban. Como los demás médicos locales, tuvo que
turnarse para asistir en Villaviciosa de Córdoba a los combatientes del
batallón minero “Terrible” en su fracasado, y tardío, asedio a la capital cordobesa.
Antes de tomar los rebeldes Peñarroya-Pueblonuevo huyeron de esta población más
de los dos tercios de sus moradores y Fernández Seco, junto a su mujer, no
dudaron en convertirse en denunciantes habituales en esos primeros meses de
algunos de sus conciudadanos republicanos que habían permanecido en la ciudad.
Acabada la guerra -en la que se clausuró
el Instituto en el que había trabajado durante siete cursos- a modo de bandera
que pregonase la ideología de quienes en ella vivían, mandó pintar con grandes y negros caracteres
rectilíneos en la fachada lateral de su casa -que había sido anteriormente la del primer
alcalde terriblense, José Antonio
Rodríguez Aparicio y que ya llevaba el nombre de Queipo de Llano- VIVA CRISTO
REY, dentro de la ortodoxia del nacional-catolicismo de la época, una leyenda
que se mantuvo hasta unos años después de su muerte, reinando ya Juan Carlos I
.Sus dos hijos varones serían misioneros jesuitas en Japón, primero, y en Sudamérica,
después antes proseguir sus labores en España. Su hija Teresa, estudió
magisterio, pero no lo ejerció, pues profesaba habitualmente como ayudante en
el consultorio de su padre que, a partir de 1946, según nombramiento aparecido
en el BOE, fue adscrito como médico odontólogo a los servicios Provinciales de
Higiene Rural en Peñarroya-Pueblonuevo.
El matrimonio Fernández-Herce estuvo en
boca de los miembros de la burguesía local a finales de la década de los
sesenta, tras regresar del Japón a donde habían ido para visitar a sus hijos,
utilizando la ruta Madrid-Tokio sobre el Polo Norte y por divulgar las “extrañas”
costumbres de aquel país, como la de que la gente tenía que sentarse en el
suelo al no haber sillas. Como doña Ana era una mujer muy gruesa tenía que ser
ayudada al sentarse y levantarse por cuatro o cinco personas.
Persona amable y obsequiosa, es recordado
todavía por su habilidad a la hora de extraer piezas dentarias, especialmente
las difíciles muelas, a pesar de que a primera vista sus manos gordezuelas no
parecían las más indicadas para esta profesión, pues mientras hablaba y hablaba
como si estuviera en otra parte, distraía de sus miedos al paciente, que casi
no se daba cuenta de la extracción hasta estar fuera la pieza.
A algún
joven amigo recurrió para revivir experiencias que en su momento le habían
llevado a trabajar como médico en lugares desprovistos de toda clase de higiene
y de medios: cuando era necesario hacer traqueotomías a la luz de un carburo.
Cuando había que diagnosticar la temida tuberculosis o las no menos temidas
enfermedades venéreas, tan frecuentes ambas durante buena parte del pasado
siglo.
Murió con 87 años un 19 de mayo de 1983 en
Peñarroya-Pueblonuevo.
Colaboración del alumnado y del profesorado del IES Alto Guadiato
Collaboration d’étudiants et d’enseignants de l’IES Alto Guadiato
Juan Manuel Fernández Seco est né dans la région d’Extremadura en 1893. Il a étudié la médecine et l’odontologie et il a obtenu un doctorat. Juan Manuel et son épouse, Ana Herce Macho, ont déménagé à Peñarroya-Pueblonuevo parce que ce village vivait une époque de splendeur grâce à la mine et à l' industrie et donc il a déplacé aussi sa consultation. Parfois il allait dans d'autres villages grâce au train, parce qu’il s'occupait des autres patients. Juan Manuel a travaillé aussi dans la section scientifique du Lycée Locale du 2ème Enseignement à Peñarroya-Pueblonuevo.
Quand la Guerre Civile a commencé Juan Manuel a été un personnage connu pour sa grande générosité, car il a aidé aux malades.
La bourgeoisie parlait beaucoup de son mariage parce qu’ils ont visité leurs enfants en Chine et quand ils sont rentrés en Espagne ils ont diffusé certaines coutumes du pays oriental. Par exemple, les chinois ont l’habitude de s’asseoir par terre, mais Ana Herce était si obèse qu’elle avait besoin de l’aide de cinq personnes pour se lever.
Après sa retraite, il a souffert de la mort de son épouse et de sa fille. Elles ont été enterrées dans le panthéon familier des Herce. Monsieur Herce a fait quelques poèmes autour de ses pensées. Son ouvrage s'appelle Sonrisas de Juventud qui traite l’amour et les coutumes des jeunes.
Finalement, en 1983, Don Juan Manuel est mort à Peñarroya-Pueblonuevo quand il avait 83 ans.
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